lunes, 10 de octubre de 2011

A donde me lleve tu voz...


El cielo estaba de nubes de color de plomo.
El aire me zumbaba encarcelado entre mis cabellos ondulados caminando por las estrechas y reconditas calles de mi pueblo.
Apenas el murmullo de las vecinas sentadas a las puertas de su casa interrumpían un silencio que me inundaba por dentro.
Pero de repente una nana sonaba en mi cabeza. 
Era un sonido vibrante, melódico, grave pero a la vez dulce, acompasado y conciso.
Tu voz.

Tu voz me adentra en un pozo sin fondo, me emborracha, me ciega, me excita, me embriaga, me aclama, me llama, me disloca...
Tú, solo con la voz calmas mis lágrimas, dibujas la mayoría de mis sonrisas y activas mi ser hasta tal punto en el que la ira y la pasión me llevan a un éxtasis sin límites y a sentirte tan dentro de mi que bastan dos manos cálidas para erizar mi piel y quererte otra vez más como hago cada día y como reclama mi corazón a mi cerebro, que pida que deje de pensar y que sienta como lo hago ahora.

Así que me dejaré llevar al son de tu voz.

Te adoro.